martes, 9 de abril de 2013

Incentivando al Personal

Que mejor entrada para comenzar que una con incentivos, de esos que tanto nos gustan, ¿A quién le amarga la vida un dulce? Respuesta: pues a un diabético...(ya está el listillo...)

En fin edulcorantes aparte continúo con algo que puede parecer asombroso. Chan chan chan...

Resulta que hay algo que los psicólogos sociales saben pero los directores de empresa no. La verdad es que me pareció imposible ya que cuando escucho psicólogo social pienso en un tipo que cuando entra una chica de buen ver en una habitación saca su cuaderno y se pone a tomar notas sobre la conducta de los otros hombres (y luego a leer blogs...) Y cuando pienso en directivo pienso en el que se lleva la chica a su yate, (bueno del jefe de gestión no llega a tanto) así sin libreta ni ná. Como que es más listo que el otro ¿no?

El caso (que me desvío del tema más que un psicólogo social en un bar de lesbianas) es que según la psicología social de toda la vida, que es la buena, incentivar al personal no funciona. Sin embargo todos sabemos como en estos tiempos de saturados por la crisistunidad económica (para mi antes la prima del riesgo era la F60.31  de la familia y ahora todo el mundo se sabe lo del bono alemán) se ha puesto de moda incentivar al personal. Tanto es esto así que incluso hasta en organismos públicos (ya no vale el café para todos de los tiempos de bonanza) y psicologos, psiquiatras (sin libreta que ahora hay ordenadores)  se trasmiten las virtudes del incentivo.

La lógica parece clara: si incentivamos a la gente, curran más, producimos más, ergo todo el mundo más contento y más eficiencia y todo chupiguay lerendi de la muerte.

Pero resulta que unos señores (Deci y Lepper) libreta en mano descubrieron allá en los 70 que si uno recompensa una actividad que realizas espontáneamente esta será menos probable que se realice al retirar el incentivo. Esto que se conoce como efecto de sobrejustificación tiene un porqué, la razón es que al recompensarla la persona empieza a pensar que la realiza por el incentivo y no, como antes porqué le gustaba, le daba la gana, o vaya usted a saber porque nos metimos a psicologos, psiquiatras, envidias del pene o complejos chungos seguro. Los muy malvados lo comprobaron recompensando a niños de guardería por dibujar y comprobando que días después dibujaban mucho menos que otro grupo control y el efecto es consistente tras 25 años de investigadores frustrando la motivación de mucha gente. A saber cuantos artistas en potencia había en esa clase.

Pero es que además resulta que los incentivos no son sólo como la drogaina que causa sindrome de abstinencia cuando se retira si no que además como dicen en este video, que es a lo que iba, te vuelven más tonto. Incluso con tareas que requieren una moderada creatividad, juzguen ustedes si trabajar con pacientes en un entorno de salud mental es más o menos complejo que lo de la vela y la caja...




 Esta en inglés (con subtitulos en 40 idiomas, eso si) Así que si tienes moral, motivación intrinseca, pulsión epistemofílica o nada mejor que hacer te lo ves, y si ya tu locus de control interno se sale de las tablas me pones un comentario, que es gratis total. Y quien sabe igual algún día soy jefe de algo y doy puntos...